"(Chanteloup-en-Brie, 1908 - Montjustin, 2004) Fotógrafo francés."
Henri Cartier-Bresson fue un francés que elevó las “instantáneas” a la categoría de arte. Su afilada habilidad para captar el “momento decisivo”, su ojo preciso para la composición, su manera de trabajar, y sus comentarios sobre la teoría y la practica de la fotografía le hicieron una figura legendaria entre los fotoperiodistas contemporáneos.
Su obra, y su manera de llevarla a cabo, han ejercido una profunda y extensa influencia. Sus imágenes fueron publicadas en vida en las principales publicaciones del mundo por más tres décadas, y las copias de sus fotografías han colgado en los principales museos de Europa y Estados Unidos (fue el primer fotógrafo en exhibir su obras en el Louvre). Fue también uno de los fundadores y presidente de la Agencia Magnum.
Henri Cartier-Bresson nació en 1908, en Chanteloupe, Francia, dentro de una familia de clase media prospera. De pequeño poseyó una Box Brownie que utilizaba para capturar instantáneas en vacaciones, y después experimentó con una cámara de formato 3×4. También estuvo interesado en la pintura, y estudió durante dos años en un estudio de pintura en Paris. Este entrenamiento en el arte le ayudó a desarrollar un sutil y sensible ojo por la composición, lo cual fue uno de sus mayores logros como fotógrafo.
En 1931, a la edad de 22 años, Cartier-Bresson pasó un año cazando en el Oeste de África. Debido a unas fiebres que contrajo allí, tuvo que volver a Francia para recuperarse. Fue en esa época, en Marsella, que descubrió verdaderamente la fotografía. Consiguió una Leica y comenzó a realizar fotos con ella. Fue un momento de inflexión en su vida, un nuevo mundo, una nueva manera de ver las cosas: espontánea e impredecible, abierta a él a través del pequeño rectángulo del visor de una 35mm. Su imaginación se disparó. Cartier recuerda como “paseaba todo el día por las calles determinado a captar la vida en el acto de vivir”.
Así comenzó una de las más fieles colaboraciones entre hombre y máquina en la historia de la fotografía. Permaneció fiel a su cámara de 35 mm a lo largo de toda su carrera. La velocidad, movilidad, el gran número de exposiciones por carga, y, sobre todo, el tamaño tan discreto que encajaba perfectamente con su personalidad tímida fue lo que le impulso a usar este formato de cámara. No pasó mucho tiempo antes de que controlara de manera automática los controles como un experto. La cámara, como una vez dijo, se convirtió en “una extensión del ojo”.
Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, Cartier-Bresson sirvió brevemente en el Ejercito Francés y fue capturado por los alemanes durante la Batalla de Francia. Después de dos intentos sin éxito, escapó del campo donde estaba retenido como prisionero de guerra, y trabajó con la resistencia hasta el final de la guerra.
Después de la guerra retomó su interrumpida carrera como fotoperiodista y ayudó a formar la agencia Magnum en 1947. Junto con Rober Capa, David Seymour, George Rodger, Maria Eisner y Rita Vandivert, fundaron la agencia Magnum, una agencia que se encargaba de hacer fotografía social; de momentos importantes de nuestra historia o foto reivindicativa. A día de hoy la agencia Magnum es la cumbre de muchos fotógrafos conocidos.
Los trabajos para las principales revistas de la época le llevaron por todo el mundo, cruzando Europa y Estados Unidos, yendo a India, Rusia y China. Muchos de los libros de fotografías de Cartier-Bresson fueron publicados en los 50 y 60, siendo el más famoso de ellos “El momento decisivo” en 1952. Una de sus momentos álgidos fue una masiva exhibición de más de 400 obras que recorrió Estados Unidos en 1960.
Su primer libro contiene una frase que resume su acercamiento a la fotografía y se ha convertido en un credo para la fotografía de desconocidos. El momento decisivo, como Cratier-Bresson define, es “el reconocimiento simultaneo, en una fracción de segundo, del significado de un momento así como la precisa colocación de las formas que dotan a ese momento de expresión”.
Como periodista, Henri Cartier-Bresson sentía una intensa necesidad de comunicar lo que pensaba y sentía sobre lo que veía, y aunque sus imágenes a menudo son sutiles, son también extrañamente oscuras. Tenía un alto respeto por la disciplina de la prensa fotográfica, por tener que contar una historia en una única imagen impactante. Su lucha periodística con las realidades de los hombres y sus circunstancias, su sentido de la noticia y la historia, y su creencia en el papel social de la fotografía, todo ello ayudó a hacer memorable su trabajo.
Bresson una vez dijo que un sentido de dignidad humana es una cualidad esencial para cualquier fotoperiodista, y sentía que ninguna imagen, no importa cuán brillante desde el punto de vista técnico sea, no puede tener éxito a menos que surja del amor y de una conciencia de que el hombre se enfrenta a su destino. Muchos de sus retratos captan a la gente como realmente son: de manera relajada y casual, captando la esencia de su personalidad.
Bresson una vez dijo que un sentido de dignidad humana es una cualidad esencial para cualquier fotoperiodista, y sentía que ninguna imagen, no importa cuán brillante desde el punto de vista técnico sea, no puede tener éxito a menos que surja del amor y de una conciencia de que el hombre se enfrenta a su destino. Muchos de sus retratos captan a la gente como realmente son: de manera relajada y casual, captando la esencia de su personalidad.
Lo mejor de la obra de Henri Cartier-Bresson, con su agudo sentido para calcular el tiempo adecuado, su rigor en la organización de elementos, y su profunda mirada a las emociones y el carácter del individuo, nunca puede ser debido a la suerte si no a la ayuda de un raro talento.
“En fotografía, la más pequeña cosa puede ser un gran tema”, escribió en “El Momento Decisivo”. La mayoría de su fotografía es una colección de detalles humanos; inquietantes imágenes con un universal significado y sugestión. Es una visión anti-romántica que encuentra belleza en las “cosas tal como son”, en la realidad del aquí y ahora.
Todas sus grandes imágenes fueron tomadas por el tipo de equipo poseído por muchos fotógrafos aficionados: una cámara de 35 mm equipada con un objetivo normal de 50mm u ocasionalmente un teleobjetivo para paisajes.
“En fotografía, la más pequeña cosa puede ser un gran tema”, escribió en “El Momento Decisivo”. La mayoría de su fotografía es una colección de detalles humanos; inquietantes imágenes con un universal significado y sugestión. Es una visión anti-romántica que encuentra belleza en las “cosas tal como son”, en la realidad del aquí y ahora.
Todas sus grandes imágenes fueron tomadas por el tipo de equipo poseído por muchos fotógrafos aficionados: una cámara de 35 mm equipada con un objetivo normal de 50mm u ocasionalmente un teleobjetivo para paisajes.
Junto con Dr. Erich Salomon y Alfred Eisenstaedt, fue un pionero en utilizar únicamente la luz ambiente pensando que el utilizar el flash era como si un pescador tirase piedras donde espera encontrar peces.
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